Romper el hielo
No espero nada de esto, más allá de plasmar lo que va pasando por mi mente y así soltar, aliviando la carga de pensamientos que quiero dejar de percibir.
No tengo una idea clara, solo sesgos de pensamientos involutos que osaron asaltar mi mente durante lo que va del día.
Son las dos de la tarde y he estado aquí, en esta cafetería desde las 9:30, tal vez. El tiempo ha pasado desapercibido y logré centrarme, estar aquí.
Creo que mucho le debo a la presión social que me hace pensar que aquellos que nunca me han visto emiten juicios sobre mí… y yo quiero no decepcionarlos, parecer alguien centrada e importante.
Como el señor de mediana edad que está sentado a mi lado. Se ve importante. Antes estaba tomando apuntes muy ordenados y destacados.
Quisiera saber más sobre él. ¿Tienes hijos? ¿Qué estudió? ¿En qué trabaja? ¿Pasó por duelos amorosos? ¿Cómo se siente con él ahora?
Y esa autonomía con la que trabaja… creo que no sigue a nadie. Eso me gusta.
Siento que esa característica de gran autonomía es lo que me gustaría vivir al estudiar una carrera universitaria.
Ya que en los oficios te pagan por lo que eres capaz de hacer con fuerza física (podríamos llamarle), en cambio al estudiar en la universidad, pagan tus facultades mentales.
Tu habilidad de desarrollar la inteligencia en pro de más desarrollo y beneficio para la empresa.
¡Y te pagan más!
Llegué a la conclusión de que ocupar el cerebro es mucho mejor remunerado que lo mecánico. Hay tanto esfuerzo en aquellos oficios cotidianos… te consumen la vida.
Hay tanta gente que vive en automático (como yo hasta ayer), e ignorando todo lo vital.
Escuchar el cuerpo, la intuición, conectar con lo esencial… se vuelve tan complicado y poco llamativo, ¿por qué?
Es todo efímero, pasajero, tan frágil.
Pero el estar desconectado endurece la mirada, el tacto.
Impalpable se hace lo esencial hasta que el cuerpo desborda dolor.
Luego nos sorprendemos y lamentamos aquello que nosotros provocamos.
Sin embargo, aún no somos capaces de ver… y necesitamos buscar culpables por nuestra sorda ceguera.
Me molesta escuchar que “es lo que tocó” , porque con lo que he vivido entendí —a través de mucha incomodidad— que he sido yo la única responsable de mi paradero hasta hoy. Nadie más que yo.
Es duro concluir que es uno mismo quien más daño se hace… pero es real.
Estoy integrando a mi software que si yo no sé quién soy, jamás podré mirarme con ese amor que tanto anhelo ser vista.
Porque, ¿cómo puedo exigir amar lo desconocido?
Lo que está inexplorado, aquello desconectado de sí, de su propia naturaleza… increíble e inmensamente inteligente.
Ahora que lo pongo en palabras, suena tan descabellado exigir afuera lo que llevo dentro.
Espero que tú, desde el otro lado de la pantalla, te permitas vivir esos mares de vacío que a veces llegan sin motivo aparente, pero siempre con muchos misterios por atender.
—Alinne
Simplemente Yo
Comentarios
Publicar un comentario